La duna de Pilat, el sorprendente “desierto” de Francia

Juan A. Medina/EFE

  • A 70 kilómetros de Burdeos y próxima a la localidad de Arcachon, los franceses consideran a este ecosistema su “desierto”
  • Se accede por una empinada escalera de madera de 105 metros de altura.
  • Cada año la duna se desplaza entre cuatro y cinco metros debido a los vientos de mar que levantan y transportan su fina arena.

La duna de Pilat, en Francia

Próxima a Burdeos, en la costa suroeste de Francia, el visitante queda sorprendido al contemplar la duna de Pilat. Nadie puede imaginar que en esas latitudes se levante una gran cresta de arena de más 60 millones de metros cúbicos, la más alta de Europa, que recibe cada año un millón y medio de visitantes.

Es una fantástica extensión de arena a la que se accede por una empinada rampa de cerca de cien escalones de madera con el apoyo de una soga que sirve de pasamanos. Alcanzada la cima, las exclamaciones de admiración se repiten entre los numerosos visitantes que se acercan a este ecosistema durante todo el año (en invierno el frío y el viento pueden ser un problema), bien impresionados por este “mar de arena”, las vistas del cabo Ferret y la bahía de Arcachon, o por los inmensos bosques de pinos de Las Landas que lindan a ambos lados.

Pero en la duna de Pilat el gran protagonista es su fina arena, el desnivel de la duna y el atractivo que supone para grandes y pequeños, una opción para todas las edades y especialmente para los niños, que se tiran rodando aprovechando su pendiente una y otra vez sin descanso.

La escena es muy habitual en este arenal de 60 millones de metros cúbicos originado durante milenios, que lo convierten en el segundo sitio natural más visitado de Francia, detrás del monte de Saint Michel, con la peculiaridad de que cada año la duna se desplaza entre cuatro y cinco metros debido a los vientos de mar que levantan y transportan su fina arena.

Otra particularidad es que la duna ha crecido más de 70 metros en los últimos 150 años, ya que a mediados del siglo XIX solo alcanzaba una altura de 35 metros. También es un lugar único para los aficionados al parapente y los ala delta que, en época estival, invaden su espacio aéreo aprovechando las buenas condiciones de viento. Una de las imágenes más populares de este lugar es la mezcla de arena con el fondo del mar y las telas multicolores de los parapentistas y aladeltistas sobre el cielo azul.

La posibilidad de descender a la playa es otra de las alternativas que ofrece este lugar, pero la opción no es recomendable para aquellas personas que no dispongan de una buena preparación física, porque la subida puede dejar a más de uno exhausto.

Para terminar la visita, la ocasión merece acercarse a la cercana Arcachon, una agradable ciudad costera en el departamento de Gironda en la región de Aquitania, conocida por ser la puerta de entrada a la majestuosa duna y también por ser un lugar único para comer ostras, consideradas las “reinas del lugar”. Una buena opción para recuperarse tras descender los más de cien escalones de madera de la duna de Pilat.




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